jueves, 3 de marzo de 2011

Mareando...

Quizá es que nací en el agua…

Y las olas ya me golpearon en diversas ocasiones

contra las rocas,

Y las sirenas me acompañaron de la mano hacia un

lugar a salvo.

Y es por eso,

Que a veces me mareo,

En la marea,

Y pierdo el norte y el sentido,

Y decido salir a la orilla,

Y permitir sus caricias con el oleaje…

Y observar la marea,

Y amarla con la luz de las velas,

De los barcos que navegan a través de ella.

Para no ahogarme ni asfixiarme,

Que no me lleven a profundidades ajenas…

Quedarme con mis aletas,

Con mis cantos suaves, incoherentes y alerta.

Con los juegos que inventé,

Sin conocer las reglas.

Con la locura turbia,

Que remueve, acerca y aleja.


Y es que me encanta nadar,

Y salir a tu encuentro…

Y fluir entre seres vivos y muertos.

2 comentarios:

  1. Sí, Asana... Hay algo -siempre- en la memoria interio, algo indefinible que indica el camino a seguir o simplemente el el contemplar el mar desde la orilla.

    Nadar en las propias aguas, dejando que mande la corriente, fluyendo.

    Besitos, guapísima

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  2. Gracias. Qué hay de malo, en que me guste el mar, desde mi isla, desde la orilla, desde el más allá...o desde el más acá...
    Un abrazo

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